El espacio entre las hojas
Cuando era niña un hombre, ya no recuerdo su nombre, me enseño a mirar los árboles. Sentados a su sombra me invitaba a mirar la copa frondosa, intentando atrapar el todo. Luego me pedía que me concentrara en una rama y descubriera otros sentidos en lo particular. Finalmente, debía mirar entre las hojas, el celeste persistente del cielo que aparecía entre lo verde. No recuerdo si había un propósito, si en aquella charla hubo una moraleja, un mensaje, una conclusión. Tal vez era muy chica para eso, sin embargo mirar entre las hojas de los arboles es un gusto que conservo. Y es un viaje hacia mundos infinitos.