La bola de Popov

La mayoría de los extranjeros no entendemos mucho la fascinación de los estadounidenses con el bendito baseball, pero lo cierto es que el asunto así de aburrido como parece, mueve pasiones que bordean la locura. Los tipos tienen ritos que uno no entiende, se dan vuelta la gorra, gritan cosas, se pasan comiendo la mitad del partido, llevan estadísticas, se desesperan por agarrar una pelota desde la tribuna…Popov v. Hayashi es, justamente, la historia de una bola descarriada y un partido de domingo en San Francisco que terminó mal. No me preguntes bien por qué, parece que esa bola marcaba un record o algo por el estilo y era largamente esperada. Alex Popov estaba ahí, en la tribuna, con el guante puesto y preparado para recibirla. El guante hizo contacto con la pelota pero la manga de mal de la cabeza que lo rodeaban lo tiró al piso y lo aplastó, haciendo que la bola rodara por por ahí. Como se sabe desde tiempos inmemoriales, a río revuelto ganancia de pescadores, el que justito estaba ahí esperando el rebote era Hayashi, que se quedó con ella y aparece en el video con cara de feliz cumpleaños, emergiendo entre la turba de dementes
Popov, que me juego la cabeza que no había hecho Mindfulnes ni Gestalt tenía un temita con esto de soltar y no la quiso dejar ir (pese a que el medio inútil si la soltó, como ya sabemos). Cuestión que hizo un juicio a Hayashi reclamando la propiedad de la pelota. Uno estaría tentado de pensar que no iba a encontrar a nadie que le diera bola (jurídica, porque la de baseball se le cayó al manos de manteca, como ha quedado establecido), pero no señor, no solo encontró un abogado sino varios profesores universitarios que comparecierion a plantear sus teorías respecto al momento en que un objeto sin dueño entra en la posesión de alguien y algún que otro juez dispuesto a saltar a los manuales de derecho. Es obvio que no había ninguna madre en la vuelta que escondiera la pelota arriba del ropero y los mandara a jugar con otra cosa porque si no, no se explica.
La discusión se centró en quién tenía la posesión de la cosa y si aquel fugaz contacto de la pelota con el guante de Popov, antes de ser sepultado por la muchedumbre, le daba algún derecho. El señor juez con una admirable vocación por resolver la injusticia en el mundo, y munido de un tutorial de YouTube de mediación, falló casi a lo Salomón. Popov no podía ser despojado totalmente de los derechos que proobablemente habría adquirido de no ser por la violencia de la multitud. Hayashi, no había hecho nada malo y ya no podía devolver la cara de feliz cumpleaños. Para ser un grosso de verdad, debió haber mandado cortar la pelota al medio y esperar a que uno de los dos gritara “Nooo”. Pero ya sabemos como es el capitalismo y su famosa confusión entre valor y precio: la corte mandó rematar la bola y dividirse la mosqueta a la mitad.
Cuento largo te lo hago corto: la bola se remató en 450.000 dólares. Los honorarios de los abogados de Popov fueron 473.530. Losde Hayashi, no tengo conocimiento.
Lo del principio…a río revuelto, ganancia de pescadores.

Tres P.S
1. Si termino de revalidar y meto un par de pintas como Popov, no trabajo más.
2. Estuve averiguando con fuentes confiables y corroboré que las pelotas de los partidos del Campeonato Uruguayo son de la AUF o, en su defecto, del local, así que por favor no vayan a empezar a hacer papelones y terminar en un Juzgado de Paz pelando por una pelota que vale quinientos pesos.
3. Aunque uno trate de tomarlo con humor, que mundo ridículo este en el que vivimos en el que mientras algunos pelean por acceder a las protecciones básicas, otros discuten cosas absurdas y otros pagamos por estudiarlas…

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *